lunes, 24 de abril de 2017

Leer la mano

Todo lo dicho hasta aquí nos permite hacernos una idea bastante clara de lo que es la mano y lo que significa. La mano es un reflejo de todo nuestro ser, no sólo físico sino también psíquico. Y, dentro de sus líneas genéticas, en ella se halla reflejado no sólo nuestro yo y nuestro pasado, sino también la proyección de nuestro futuro. Leer la mano a una persona de setenta años, por ejemplo, puede parecer que no es asunto comprometido, puesto que la mayor parte de la vida se halla ya a sus espaldas; leer la mano de un joven de veinte, en cambio, sí tiene trascendencia, puesto que la mayor parte de su futuro se abre aún ante él. Hemos de estar atentos. Una correcta lectura de la mano empieza siempre, primero, por delimitar las características, tanto físicas como psíquicas, del individuo: su estado físico (no hemos de olvidar que la mano refleja también el estado del resto del cuerpo), su carácter, sus virtudes y sus defectos. Evidentemente, hay que examinar las dos manos, pues no todos los rasgos son idénticos en ellas, y sus diferencias son tan reveladoras como sus similitudes. No hay que olvidar lo que se dijo anteriormente acerca de las distintas características de las manos, y tampoco de preguntarle al sujeto si es diestro o zurdo. Este primer examen nos será proporcionado por los significados de los rasgos generales, la forma de la mano, los dedos, las características de la palma y los montes. Una vez dilucidado esto, las líneas y los demás rasgos de la mano nos indicarán sus proyecciones de futuro. Pero atención: no caigamos en el mismo error que los que creen ciegamente en las predicciones de la vieja gitana. La lectura de la mano no nos dirá nunca cosas como si nos casaremos con una mujer rubia y virtuosa o con un hombre apuesto y rico. No nos dirá tampoco si ganaremos o no a la lotería, y mucho menos el número que saldrá premiado; de otro modo todos seríamos ricos. La quiromancia puede decirnos aproximadamente si y cuando nos casaremos, si tendremos hijos, si nuestra vida discurrirá por cauces fáciles o difíciles, si tenemos que cuidar nuestro organismo y qué partes en particular. Las líneas de la mano son también como una escala temporal, en la que los distintos elementos se hallan situados en su momento determinado. La línea de la vida, por ejemplo, suele dividirse en ocho partes, y cada parte representa un decenio; pero, evidentemente, cualquier suceso reflejado en un punto determinado no puede situarse con una precisión de meses ni mucho menos días. La lectura de la mano, como todos los sistemas de adivinación en general, parte de nuestro yo para reflejar nuestro futuro. En último término, somos nosotros quienes debemos forjar este futuro, y la auténtica adivinación no es más que un auxiliar que nos ayuda a hacerlo. La lectura de la mano es otro método de conocer lo que nos depara el porvenir, que al mismo tiempo nos ofrece otros datos valiosos sobre nosotros mismos, nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Querer exigirle más es puro autoengaño, pura ilusión. Es, de nuevo, el cuento de la gitana.  




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